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Era un día de aquellos en el
que mis sentidos comenzaron a bloquearse, sentía que mi instinto “animal” se apoderaba de mí y yo intentaba impedirlo. La falta de
equilibrio, los mareos, dolores de cabeza y las risas innecesarias empezaron a
propagarse. Una “bendita” botella fue la causante de todo aquello.
Sí, estaba ebria,
embriagada, borracha, como ustedes deseen llamarlo. Y yo, simplemente no podía
aceptarlo. O sea, yo sé que no soy ¡wow! ningún ángel caído del cielo; pero
para los ojos de mis padres he sido y sigo siendo la del “ejemplo a seguir”, la
chica que trata de hacer lo correcto (aunque “hello” casi siempre me equivoque)
y, por cierto, la que nunca se atrevería a llegar a casa con altos grados de
alcohol en la sangre.
Pero ¡wtf! se me pasaron las
copas y lo único que intenté fue no perder los papeles y regresar lo más pronto
con mamá y papá, pero obvio que no en ese “estado”; esperé a que lo efectos aminoren.
Después de aquella no muy
grata experiencia me puse a pensar en las recomendaciones que repetidas veces nos
mencionan nuestros padres, familiares, amigos, conocidos, y los cuáles debemos tener
en cuenta para cuando decidamos embriagarnos. Ahí les van algunas:
- Conocer tus límites. Si no quieres quedar con resaca y provocar algo de lo que luego te arrepentirás, lo mejor es que tomes de manera prudente. Si percatas que el alcohol se te comienza a subir a la sangre y ya no puedes poseer el equilibrio de tu cuerpo, simplemente di: “¡YA NO!”. La decisión está en ti.
- Elegir el lugar adecuado. El espacio ideal, sin duda, es tu casa. ¿Estás pensando beber hasta morir por algún motivo en especial, sea malo o bueno? Qué mejor que el lugar donde vives para estar a salvo y hacer tus papelones sin faltar el respeto a los demás.
- Evitar las “escenitas”. Es mentira que si estás borracho pierdes la razón y no eres consciente de lo que estás haciendo; claro que lo sabes y por ello tienes que aprender a mantener el dominio, sobre todo de tus “impulsos”, porque, en serio, un ebrio jode a cualquiera. Y si no puedes controlarte, por favor, NO TOMES.
- Llevar celular con saldo. Cuando sientas que ya estás “hecho” es recomendable contar con un celular en la mano para comunicarte con tu mami, papi, enamorado(a), mejor amigo(a), ex, peor es nada o aquél que siempre anda afanándote para que vaya al recate. Bueeeeeeno, en caso contrario carga en tu bolso o mochila una agenda o un directorio telefónico y, también, algunas moneditas de 20 céntimos.
- No dormir hasta llegar a casa. No sé cómo, pero evita cerrar los ojos en cualquier sitio; porque, en serio, es muy rochoso quedarte dormido en cualquier rincón de la calle como si fueras un animal callejero. #Dignidadplease!
- No manejar (claro, si es que tienes carro). Si beber quieres, tu carro dejar en casa debes. No solo porque corre en peligro tu vida, sino por la de los demás que puede valer mucho más que la tuya. Muchos desean y merecen seguir en este mundo, no acabes con sus anhelos.
- Saber con quién tomar. De preferencia embriágate con tus patas patas, porque si las copas se te pasan solo los verdaderos amigos te ayudarán a retornar a casa o a acogerte con ellos. Las mujeres son las que deben tener más cuidado en este aspecto, porque nuestra adorada Lima es recontra insegura. Remember amiga! En nuestra capital abundan delincuentes y sobre todo enfermos mentales como Gringasho.
- Saber qué estás bebiendo. Antes de meterte un “seco y volteado” tienes que conocer qué está entrando en tu organismo. Algunas combinaciones, créeme, no son nada recomendables; otras tardan en dar sus efectos, pero cuando sucede ya estás fregado(a). Por experiencia personal NO tomes pisco.